martes, 5 de junio de 2012

DEVOLUCION TP 3

 
Es evidente el interés por los posicionamientos de los intelectuales. Han sido en general muy buenos aportes y por supuesto son temas sobre los que es deficil tener argumentos concluyentes. Me hubiese gustado algo más contextualizado en Mar del Plata, su estado, sus problemas. 

Consigna 1

Estefania Martynowskyj, caracteriza con precisión Carta Abierta y Plataforma pero no introduce ninguna reflexión utilizando a Gramsci y la cuestión de los intelectuales. ¿Por qué se agrupan los intelectuales? ¿Por qué unos se asocian a una estructura política y los otros no?. A diferencia del peronismo histórico, el kirchnerismo ha sido capaz de conquistar mucho apoyo entre las elites académicas. Es posible que las políticas de aumentos prespuestarios para educación y ciencia no sean ajenos a este resultado.

Agustina Bacciadone en el mismo estilo, suma al grupo Argumentos, explicando las características de los tres grupos en danza: unos intentan cambiar mediante la acción política de apoyo al gobierno, otros intentan equilibradamente criticar pero no entrar en el terreno político de ataque y defensa, y otros intentan criticar atacando al gobierno. La visión del concepto de hegemonía que atribuye a Gramsci: los intelectuales como empleados de la clase dominante y la hegemonía como monótono efecto de los aparatos ideológicos del estado, no la comparto en absoluto. Los intelectuales participan de las luchas, la hegemonía nunca es monótona y las instituciones estatales también están atravesadas por luchas. El campo intelectual es objeto también de luchas por los bloques que se forman en torno a la defensa o el ataque a determinado orden social y configuración de fuerzas. Nada hay más contrario al pensamiento gramsciano de “solidificar” la hegemonía. La lucha por el consenso y el consentimiento es la norma más que la excepción. Iglesia, escuela, cultura, academia, medios, pueden estar atravesados por disputas importantes en las que los diversos grupos o clases intentan gestar sus propios vectores hegemónicos. Sigue siendo válida la pregunta: ¿Los alineamientos de los intelectuales y sus agrupamientos qué tipo de luchas y conflictos ponen en juego?.

Milagros Dolabani utiliza a Gramsci e intenta responder con el contrapunto entre “intelectuales críticos” en oposición a los “intelectuales orgánicos” del gobierno. Sin embargo, en la famosa expresión gramsciana “intelectuales orgánicos” se refería tanto a aquellos que inscribían su praxis en el bloque dominante como en el bloque popular. La dicotomía no sería aplicable porque es claro que sería absurdo atribuir a las clases populares un posicionamiento contrario al gobierno sino todo lo contrario. Es así que en algunos casos la terminología es forzada y termina dando una vuelta de campana: los críticos se oponen al gobierno (pero junto con el gobierno a las clases populares que el gobierno parece conducir en un bloque hoy hegemónico)  y los orgánicos siendo parte del dispositivo hegemónico y del control del estado comparten el alineamiento con la mayor parte de las clases populares. ¿Los críticos corren el riesgo de terminar en posiciones próximas a las de las clases dominantes y los orgánicos corren el riesgo de perder toda perspectiva crítica?.

Ivana Ratto, en la misma línea de focalizar el análsis en la dicotomía de a favor y en contra del gobierno suma al debate con acierto al grupo Argumentos que parece tener la “independencia” e inorganicidad de P12 y la posición de apoyo a la mayor parte de las políticas gubernamentales de CA. Así, preservarían su capacidad crítica “no deglutida” por su adscripción al gobierno y al mismo tiempo genuinamente “valoran positivamente” los aciertos del mismo. En este sentido, Argumentos es un grupo que hace de la inorganicidad un “ethos” intelectual que lo coloca casi en las antípodas de las concepciones gramscianas.

Yolanda Herren señala con acierto que para Gramsci “cada grupo tiene sus intelectuales pero nunca son autónomos”, siempre hay relaciones de poder; la pregonada independencia de los intelectuales es falsa. Desde allí cuestiona duramente el posicionamiento central de P 12: “desmontar el relato alienante del gobierno” que los situa como los poseedores de una verdad enmascarada por la hegemonía gubernamental. El intelectual crítico deviene “tribunal epistemológico y ético” que generalmente lleva al aislamiento desde la cual es dificil construir hegemonía. Se pueden introducir dos elementos adicionales: la debilidad “intelectual” de la oposición política favorece el aislamiento de los segmentos de intelectuales disconformes, y que P12 no carece por completo de articulación con luchas sociales ya que tiene fuerte cercanía con el movimiento ciudadano ambientalista en varios provincias.

Joaquín Picón se aleja un poco de los planteos anteriores y afirma que la cuestión interesante a debatir es cuál es la función de la Academia dentro de la Sociedad Argentina en esta etapa y con acierto apunta al hecho notable del protagonismo de actores colectivos académicos (en tanto que tales no pueden ser “orgánicos” ni P12 y CA). También probablemente sea cierto que, en tales condiciones donde los intelectuales aparecen cuasi corporativamente en vez de orgánicamente integrados a formaciones políticas, ninguno de los dos tenga efectos hegemónicos de ningún tipo. Sin embargo, hay que aclarar de nuevo CA tiene puntos de articulación nítidos con políticas sociales y comunicacionales y P12 pretende articularse con el conflicto ambiental.

Marcela Moschella realiza una toma de posición decidida de preferencia de CA y los intelectuales que se comprometen en apoyar las políticas del gobierno sobre la base de que también son capaces de criticarlo como ha ocurrido con la Ley Antiterrorista o también antes con la represión en Formosa a los Qom o el asesinato de J. Chocobar (¿?). 

Consigna 2

Azucena plantea críticas a Holloway y se basa en Deleuze y Guattari, Harvey y otros, para realizar fuertes críticas (5 páginas!!!, ¡cuánto odio!, ja ja) a los procesos de los gobiernos de izquierda o posneoliberales  latinoamericanos. El esfuerzo es válido pero hay algunos defectos conceptuales: de ninguna manera es una buena lectura de Deleuze partir de que el Estado es un mecanismo de captura del capital. Si lees el texto está más que claro que el Estado tiene una existencia anterior y que se sustrae al capital (ver la cuestión de la axiomática). Además está clarísimo en Deleuze que "da lo mismo cualquier estado" como parece ser tu tésis. Las consideraciones acerca del gobierno y A. L. exceden el propósito del trabajo pero algunas son sumamente cuestionables: ¿"asistencialismo" la Asignación Universal por Hijo? o ¿el plan C-I?, pensar en una alianza con las empresas extractivas después de la reestatización mayoritaria de YPF es al menos temerario. La organización de la oficina de provincias mineras para negociar en mejores condiciones con las mineras me parece que es algo que tampoco encaja en el término "alianza".

Cristian Tibaldi, toma algunos autores y conceptos posclásicos y en general ve su inaplicabilidad para los contextos latinoamericanos. Salva del naufragio al biopoder pero dentro de un nivel de abstracción muy elevado que se reconoce es poco operativo.

Martina Castro también rechaza las teorías de Holloway que menoscaban el papel del estado pero revaloriza el concepto de política de la desconfianza como forma de intervención democrática ciudadana que tiene vigencia en los procesos de nueva estatalidad latinoamericana. No obstante, de manera por demás clásica sigue pensando el estado en relación a la acumulación de capital (como si la misma fuera un proceso autónomo del estado).

Mariano Malvica se diferencia de Martina en que atribuye la política de la organización de la desconfianza ciudadana a las clases desplazadas del control del estado en los gobiernos de la izquierda posneoliberal. Los herederos del veto, del enjuiciamiento y la vigilancia son las clases dominantes en el pasado que ahora necesitan recuperar el control del Estado. Mariano introduce con tino en contra de Holloway la importancia que tiene la disputa por el Estado para estas clases, aunque reconoce que el Estado no puede ser analizado haciendo abstracción de las relaciones de poder social, económico, cultural.
Carolina Tavano se esfuerza en analizar los aportes diferenciales de los autores remarcando sus origenes europeos, y las diferencias de época en las que produjeron los textos. Es muy interesante la lectura que propone sobre la “contrademocracia” en el proceso argentino del 2001-2003 y la posterior rehabilitación de los poderes democráticos representativos  que no obstan para la perduración de formas de política negativa, poderes de veto, de juicio, etc. También me parecen excelentes las caracterizaciones “axiomáticas” de la problemática del estado actual y sus oscilaciones neoliberales y socialdemocratas.

María EugeniaGarcía hace un esfuerzo demasiado abstracto para mi gusto de relacionar los aportes de los autores posclásicos. Destaca con acierto la idea de Deleuze de desterritorialización y el recupero que hace de ella Holloway: las relaciones capitalistas nunca han estado limitadas por las fronteras estatales. Sin embargo, me parece que el esfuerzo termina en una reposición de las teorías ultraclásicas: la ley del valor como explicación última.

Consigna 3

Sánchez Reales Xavier y luego Karina Galera hacen una reflexión foucoultiana sobre la Ley de muerte digna (que evidentemente no es algo propio de MdP). Típicamente, el estado a través de los dispositivos de la industria médica se arrogaba el poder sin límites de “hacer vivir” donde tienen prioridad los nacimientos, el nivel de salud, la duración de la vida y la tasa vegetativa. Pero no se explica tanto porqué ahora el estado es más benigno con la muerte; porqué ahora la prioridad la tiene el “dejar morir”.  

Pilar Bonnet propone el ejemplo del conflicto intraestatal de la Justicia y el poder político en Mar del Plata como caso que demuestra la concepción de Holloway antiestatalista y de Foucault como micropolítica que desborda las instituciones “soberanas”. El problema de este tipo de análisis es que se intenta explicar un caso particular mediante unas teorías de enormes niveles de abstracción con pocas mediaciones con los casos concretos presentados. Es claramente errónea la asociación del activismo judicial con la concepción del poder de Foucault. Todo indica que el poder judicial ejerce mucho más esos posibles micropoderes de normalización, disciplinamiento, etc. en condiciones de ejercicio rutinario y no en momentos de conflicto abierto.

Consigna 5

Gisela Toschi, hace un repaso de algunos de los aspectos centrales de los autores posclásicos. El nivel cuasi filosófico del concepto de acontecimiento y de algunas de otras categorías siempre es algo dificil de manejar más allá de repetir conceptos o frases.  Los planteos son correctos pero le falta a mi juicio algo de problematización, de puesta en cuestión, de agregar algo de cocecha propia y no limitarse a reproducir los textos.

Eleonora Zuviarrain plantea correctamente la cuestión del biopoder, el racismo y los temas del último Foucault (hay que aclarar aquí que Foucault había prohibido por escrito que se publicacen estos apuntes y papeles de trabajo suyos  pero los herederos ganaron un juicio y los editaron igual). Donde creo que se equivoca de manera flagrante, igual que otras que también tocaron el tema deleuziano del estado como aparato de captura y sobrecodificación de flujos, es en la marxistización de las formulaciones deleuzianas: el capital no sobrecodifica nada, el Estado es histórica y antropológicamente anterior al capital, el capital ingresa en una axiomática que lo codifica, el capital no crea la propiedad privada sino que la propiedad privada la crea un vacío en la sobrecodificación de los estados orientales, solo después el estado puede acoplarse maneras diversas al capital y a las fuerzas de la mercantilización pero nunca como una subordinación simple. Es más Deleuze expresa claramente que no cualquier axiomática estatal es la misma para  los que resisten la opresión y la explotación. Es dificil encontrar en Deleuze un fundamentalismo ni siquiera antiestatal.

4 comentarios:

Unknown dijo...

Trabajo Practico Nª3 sociología institucional y comunitaria


Consigna 5:


Hardt y Negri hablan de un nuevo ámbito, del acontecimiento, un nuevo ámbito de máxima pluralidad y singularización.

Con respecto a lo referido, me parece sugerente la concepción del Biopoder y la sobre codificación de los flujos, en Foucault y Deleuze. En el desarrollo de la sociedad disciplinaria y la de control, la ultima como abarcando los elementos de la primera.

El poder para Foucault, no son mandatos y voluntades, imposiciones, sino simplemente dispositivos o flujos que constituyen a las voluntades mismas. El poder pasa a ser relacional, un flujo que atraviesa sin dejar rastro. El poder es productor de formas de poder y efectos de verdad, se ejerce como discurso como producción de la verdad, en una red polimorfa de los lazos de sujeción y sometimiento, en sus sistemas locales y hacia los dispositivos de saber. El poder que antes en el siglo XVII y XVIII era entendido bajo el despliegue de sociedades disciplinarias en instituciones como hospitales, cárceles, escuelas, sobre la domesticación de cuerpos útiles y dóciles, en el capitalismo es entendido como una red de circulación, una cadena, un acontecimiento, en esta teoría las disciplinas son creadoras de aparatos del saber, de saberes y de campos múltiples de conocimientos, el comportamiento es codificado como norma. La trama básica de las relaciones de poder, las técnicas, la heterogeneidad y los efectos de sometimiento. En el paso de una sociedad cuya conciencia histórica se basaba en los rituales de la soberanía y sus mitos a una sociedad cuya regulación pasa del sujeto-cuerpo al hombre especie. Con la noción de Biopoder introduce la cuestión de normalizar, y regularizar y controlar las cuestiones vitales, de tipo demográfico.

En cambio, para Deleuze el Estado realiza capturas, tiene la capacidad de codificar y sobre codificar el complejo de flujos, si bien el Estado en las sociedades disciplinarias codificaba territorializado, en la sociedad capitalista el Estado sobre codifica desterritoializando, “todo es igual a todo”, sujeto a un único patrón de valor, el capital. Se contextualizan las cosas, en su valor de venta. Por ejemplo, se realizan capturas por la renta, la moneda, y la explotación del trabajo; la renta se vuelve territorio, propiedad privada, la moneda en capital y las actividades en explotación. En el capitalismo el poder de codificar esta des-centralizado, implota en un conjunto de controles dando vuelta en si. Los flujos desestabilizan la sociedad y por lo tanto escapan a la sobre codificación producido otros efectos.

Unknown dijo...

continuacion

Un acontecimiento por ejemplo puede ser un reajuste en la bolsa, un ajuste en el dólar, una situación que implica tanto lo global como lo local, que incide en un territorio determinado ejemplo Argentina, pero se relaciona con un fenómeno global de circulación y fijación al mismo tiempo de flujos.



Con respecto al planteo de Holloway, el poder oculta un antagonismo de poder-hacer y poder sobre, el poder como multiplicidad de relaciones de fuerza. La fragmentación en la que se basa el poder-sobre, también hace a un lado a aquellos que ejercen dicho poder. El flujo del hacer se convierte en un proceso fragmentado. Para este autor si bien, el poder era entendido como “poder hacer” y poder sobre, es decir, dominadores y dominados, este mismo antagonismo, deja expuesta en su seno múltiples fuerzas que lo constituyen (el poder constituye la realidad y nos constituye a nosotros) , si bien antes se entendía la revolución “como la toma del poder” como la toma del estado, ya no es así, esta cuestión es criticada en el texto, dando lugar a considerar los aspectos de la vulnerabilidad en la que el poder esta basado, en la relación de dominados y dominadores, y como los últimos dependen de los primeros, si bien es una relación antagónica, el aspecto a considerar como acontecimiento es un fenómeno de multiplicidad y singularización, subsume la cuestión de analizar en otros términos, no ya clásicos como de “toma de poder” sino en su nueva impronta global y compleja, en términos de circulación, y multiplicidades.

Estudiante: Toschi Gisela

Anónimo dijo...

Soy Milagros Dolabani y quería aclarar un punto respecto a mi TP. Al utilizar las nociones de "intelectuales orgánicos" e "intelectuales críticos" se tuvo en cuenta la idea de Gramsci de que los intelectuales orgánicos no necesariamente deben "trabajar"
para el sostenimiento de la Hegemonía, sino que en lo que realmente está pensando el autor es en un agrupamiento de intelectuales que sirvan a la causa revolucionaria. El siguiente fragmento del TP así lo expresa: "...resulta fundamental utilizar la noción de “intelectuales orgánicos” dado que la misma remite –en este caso, no siempre- a aquellos que trabajan en la constitución y mantenimiento de la hegemonía, sea desde Instituciones públicas como la Universidad, sea desde organizaciones particulares"· Cuando puse "no siempre" entre guiones me refería a que si bien el autor lo analiza en términos de intelectuales revolucionarios, también podría darse la situación en que los intelectuales actúen orgánicamente en la consitucion de un grupo social como Hegemónico (tal es el caso que analiza Gramsci en el texto que dio la cátedra,
donde los llamados "moderados", agrupamiento político hegemónico sostenido por un amplio grupo de intelctuales, se enfrentaba en la disputa por el poder político al llamado Partido d`Azione, agrupamiento político subalterno)

Marcelo Gomez dijo...

Muy bien hecha la aclaración de Milagros. Abrazo.