miércoles, 7 de diciembre de 2011

TEXTO DE APOYO UNIDAD 5 Y TP

Los textos están cubriendo dos temáticas distintas pero conectadas: por un lado, la cuestión urbana y comunitaria, y por otro, los movimientos sociales urbanos en nuestro país.


El manual de Light, Keller y ot. muestra la refutación sociológica de la presunción de sentido común acerca de la “jungla de cemento” y del carácter frío, impersonal y despiadadamente “societal” e interesado de la vida urbana. Las grandes ciudades tienen una fuerte dinámica de lazos personales, de identidades fuertes y solidaridad (“la aldea urbana”) pero que difieren fuertemente de las comunidades tradicionales de base étnica, religiosa o de tradiciones culturales propias de los pueblos o ciudades pequeñas. Las relaciones de confianza y afinidad, apoyo mutuo, amistad, etc. proliferan pero sobre otras bases: el compartir gustos, actividades, preferencias, estilos de vida, etc. La evolución del transporte y los medios de comunicación hacen que los soportes de la vida “comunitaria” no descansen tanto en la proximidad, el parentesco o las identidades heredadas, y sí en cambio por preferencias en entretenimientos, formas de sentir y pensar, hobbys, deportes o consumos semejantes o compartidos, temas de conversación, ocupaciones, etc., más allá muchas veces –no siempre- de barreras étnicas, parentales, religiosas, etc.

Sin embargo, los estudios de ecología urbana y de sociología urbana muestran que las ciudades están atravesadas por contradicciones y segregaciones de bases clasistas: los valores inmobiliarios y el precio de las tierras, los negocios de la construcción, imponen barreras de segregación y selección. La ciudad tiende a una distribución espacial “clasista” e incluso, las mismas radicaciones industriales tienen una lógica de neutralización del conflicto de clase. En las comunidades el efecto de las desigualdades de clase se atenúa por las tradiciones compartidas y la fuerte cohesión cultural y tradicional. En las grandes ciudades anónimas la lucha por alejarse de los pobres y las barreras de todo tipo para no mezclarse con los de más abajo se generaliza.

La cuestión de la pobreza urbana y la marginalidad en las grandes ciudades está graficada en el clásico trabajo de L. Lommnitz sobre un asentamiento en México. La marginalidad es la imposibilidad de integración a las relaciones de producción modernas de base salarial y a la vida social, cultural y política de la ciudad, por parte de los migrantes rurales. El hallazgo de este trabajo es la fuerte presencia de redes y solidaridades parentales, vecinales y de amistad (cuatismo) que tienden a compensar la ausencia de recursos económicos o educativos. La falta de seguridades crónicas sobre las fuentes de ingresos y los percances y adversidades de la vida cotidiana son enfrentadas mediante el concurso de las relaciones de intercambio de ayuda y reciprocidad que se tejen en intrincadas redes sociales radicadas en el territorio. La idea del carácter “cultural” de la marginalidad o su carácter puramente “residual” o transicional hasta lograr la plena absorción por la ciudad moderna, deben ser rechazadas: los barrios marginales constituyen formas duraderas de socialidad y subsistencia que compensa en gran medida la ausencia del estado, las barreras de los mercados laborales, o la estigmatización y los prejuicios de los medios de comunicación y los “ciudadanos honestos” y “trabajadores normales”. Estas redes “comunales” locales con sus distintas configuraciones ofrecen respuestas efectivas para solucionar numerosos problemas de alimentación, salud, cuidado de los niños, viejos y enfermos, obtención de empleo e ingresos, etc. Es muy importante destacar que no se trata de lazos emocionales o comunitarios tradicionales sino de formas cooperativas de resolver problemas y dar respuesta a necesidades comunes. Justamente es esencial a estar redes que sus integrantes tengan las mismas carencias: las asimetrías económicas o sociales rápidamente tienden a destruir las solidaridades.

El texto de Merklen bucea muchos de estos temas pero para analizar los barrios populares del Gran Buenos Aires. Merklen subraya una dimensión que está ausente en Lommnitz: la politicidad. En efecto, no se trata solo de redes familiares y vecinales, sino de la inscripción territorial en donde aparecen ONGs, Iglesias, agencias estatales nacionales, provinciales y locales, clubes deportivos, bandas y organizaciones ilegales, murgas, etc. que muchas veces exceden las fronteras vecinales o barriales y los conectan con dimensiones de la vida social y política de la ciudad. Los barrios son soportes de movilización y acción colectiva. Los habitantes de los asentamientos están en permanente “acecho” sobre el sistema político y estatal, animados por una “lógica del cazador” para la captura de oportunidades que los lleva a una permenente multiactividad y a la poliafiliación y a los contactos con todo tipo de instituciones y organizaciones. El ejemplo de las familias que participan en más de una iglesia, en más de un partido, es típico. “La necesidad tiene cara de hereje” dice el refrán. En definitiva Merklen parece rechazar la idea lineal de exclusión-guetificación, que connota aislamiento y separación, y recupera la idea de Sigal de distancia institucional y de insuficiencia de integración crónica, que los lleva a una actividad permanente de búsqueda y demanda que nunca se cristaliza en derechos y respuestas estables. Por ello la ciudadanía de las clases populares marginadas es inestable e irregular.

El clásico texto de Svampa y Pereyra sobre los movimientos de desocupados destaca la importancia de las heterogeneidades en el proceso de su formación: -una diversidad de clases y sectores (pobres estructurales, clase obrera desocupada, nuevos pobres de clase media educados, militantes políticos, fuerte papel de las mujeres, etc.) ; - una diversidad de patrones organizativos y culturas militantes: matriz sindical (Corriente Clasista y Combativa, la FTV de la CTA); matriz política (Polo Obrero, MST- Teresa Vive); matriz autónoma o social (MTD Solano, MTR, UTD Gral. Mosconi). Los movimientos de desocupados operan una conversión desde otros tipos de experiencias de organización y lucha hacia una territorialización basada en el corte de ruta, la asamblea horizontal, y la autogestión de proyectos para la propia comunidad.

En mi texto hay una historia de las puebladas y del surgimiento de las organizaciones de desocupados y sus formas de lucha. Es muy importante remarcar los criterios internos de distribución de beneficios (las listas de puntaje, la distribución de planes de acuerdo al compromiso con la organización y la lucha, etc.) como formas efectivas de superar el dilema del rebelde y los comportamientos oportunistas dentro de los mismos, garantizando su éxito y su permanencia en el tiempo. En este sentido, los movimientos se estructuran como algo alejado de las redes de confianza personalizadas y adoptan normas “contractuales” y criterios de decisión “impersonales”.

El texto de Massetti muestra casos de desarrollo de la piqueterización del clientelismo, algunos aspectos del personalismo y las redes sociales que subyacen a muchos de estos movimientos. Es muy importante el aporte en términos de institucionalización posterior (a partir del 2003) y del papel de “la militancia” dentro del estado.

En el mismo sentido pueden verse los análisis del Svampa sobre el devenir de los movimientos de desocupados atenazados por la “demanda de normalidad” del resto de la sociedad que les resta espacio de legitimación para sus luchas.

Trabajo Práctico  (Si lo pueden hacer antes del 28 de diciembre me conformo, cuando lo cuelguen avísenme por mail)

Elija al menos dos de las consignas.

1) ¿Cómo caracterizaría a la ciudad de Mar del Plata en términos de ecología urbana y de segregación social?


2) ¿Está de acuerdo con la tesis de Svampa que la “identidad piquetera” emergente con la crisis del neoliberalismo entra en contradicción al menos parcial con las identidades “obreras” asociadas al trabajo y al populismo?

3) Lommnitz afirma que es la escasez y no la abundancia la que vuelve generosa y solidaria a la gente en los barrios populares. ¿Cómo diferenciaría las redes de solidaridad descriptas por la autora de las formas de solidaridad “institucionalizadas” de Caritas, Unicef, etc.?

4) La rehabilitación de la respuesta estatal a las clases populares a partir del 2003 ¿cómo afecta a las organizaciones sociales y comunitarias o los movimientos sociales y políticos que nuclean a las clases populares en sus territorios?. ¿Hay algún caso interesante en Mar del Plata?.